EL FANATISMO
Articulo del señor obispo FROILÁN TIBERIO CASAS ORTIZ
Fanático es el
apasionado y esto aparentemente es bueno. Hay que defender las convicciones con
ardor, sí, pero, sin perder la razón, el
sentido crítico. El fanático le quita la razón a la pasión. Por eso llega hasta
el paroxismo de la trifulca y la agresión, no solo verbal sino también física.
El fanático es un desadaptado social. Por doquier va formando conflicto. Un
fanático es paranoico, se vuelve monotemático y en toda parte quiere imponer
sus ideas y convicciones. Con un fanático no se puede hablar, siempre tienen la
razón. El fanático pierde todo sentido crítico. Idolatra a su líder político,
espiritual, académico o deportivo y en su dependencia acrítica, obedece incluso
si hay que matar.
Hay que estar distante
del fanático, mañana se puede volver su encarnizado enemigo. En política son
tan pasionales que nunca perdonan y cuando pueden se desquitan de la manera más
inmisericorde. El fanático está más cerca del reino animal que de la raza
humana. Actúan por el sentir, antes que por el pensar. En la amistad el
fanático no acepta explicaciones. Mira los hechos desde una óptica
absolutamente pasional. Es amigo o enemigo sin más. Cuando llegan al poder, sus
enemigos serán arrasados de la faz de la tierra. Son más emotivos que
cerebrales. En su cerebro poco está el pensar y se desarrolla de manera
impresionante el sentir. El fanático nunca perdona, es vengativo.
Uno de los peores
fanatismos es el religioso. ¡Quién lo creyera! Pareciera que el fanatismo
religioso fuera propio del pasado. Sin embargo amigo lector, vea estos hechos.
Algunos por llenar su vacío e inseguridad espiritual, al “cambiar de religión”
se ahíncan en la nueva con una ferocidad y convicción que raya con las
sicopatías esquizofrénicas. Consideran el pasado con una carga que debe
pisotearse y masacrarse. A los de su antigua religión los combaten con
apasionamiento paranoico. No admiten ningún diálogo. Además, “los otros” son
los malos, a quienes, si es posible, se les debe eliminar. El fanatismo
religioso divide las familias, los ambientes de trabajo, etc. La convivencia
con los fanáticos religiosos resulta imposible. Sus temas de conversación son
siempre la religión, resultando intolerables. Al considerarse salvados,
condenan a los demás. Estas personas resultan insociables.
Amigo lector, le
cuento – para refrescarles su memoria-, que ninguna religión ha puesto más
mártires en el mundo que la iglesia católica, producto del fanatismo religioso.
No quiero desconocer las barbaries que cometieron algunos cristianos, al margen
de su iglesia, obviamente y en nombre de su religión se cometieron un sinnúmero
de atrocidades. Esto sí que me
avergüenza como cristiano. Bueno, habría que conocer la historia de las otras
religiones e ideologías. Mejor, la
historia, en muchos aspectos avergüenza a la humanidad. Si el principal valor
que viviéramos fuera el respeto, en este país cabrían todas las religiones y
partidos. Sin respeto no habrá convivencia.
El fanatismo visto desde la física, se puede comparar con un torbellino que entre mas grande sea, mas va a arrastra a las personas hacia él, convirtiéndolas en personas antisociales, irrespetuosas, difíciles de llevar una buena convivencia, llegando al punto que al igual que un remolino pueden volversen un peligro para la sociedad, ya que pueden llegar a matar y a hacer otras cosas.
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